Prólogo al libro de Diego Degratti
LA DIFÍCIL TAREA DE DECIR ADIÓS

UNA BELLA Y EXTRAÑA DANZA MACABRA. 

“Serán ceniza, mas tendrá sentido; 
Polvo serán, mas polvo enamorado.”
Francisco de Quevedo

Sabemos que este no es el primer libro donde la cuestión de la muerte tiene su protagonismo, tampoco será el último. Siempre la temática de la muerte implica un enigma a descifrar, pero sin solución.  Lo valioso de un libro como éste es el recorrido, el camino elegido, lo que puede descubrirse en el paisaje que es mirado a partir de la subjetividad. 
Al adentrarme en el texto no podía dejar de recordar las danzas macabras; ese género artístico medieval formado a partir de un diálogo de versos representables, donde un personaje, que es la alegoría de la muerte, invitaba a bailar alrededor de una tumba a diferentes personas para recordarnos que el goce de la vida, tarde o temprano, llegaría a su fin. La muerte invita a bailar en este libro a una multitud de pensadores que procuraron abrazarla y arrancarle un suspiro antes de que ella se los lleve. 
Por momentos me imaginé al libro como una extraña y bella danza macabra, compuesta por piezas en las que se alumbra algo del tema propuesto, hilvanadas por letras de canciones sin música. Esas letras mudas de melodías me parecieron el eslabón perfecto para el armado de este rompecabezas al cual le faltan piezas que cada lector podrá dibujar con las asociaciones que se les ocurra, aunque no haya forma alguna de completarlo. 
Freud anudó en lo más insondable del inconsciente a la sexualidad y la muerte, Lacan planteó la relación topológica entre la muerte y la vida, una no viene después de la otra, ambas corren tomadas de la mano. Pero en este libro no solo se extraen cuestiones a la luz del psicoanalisis. Diego Degratti nos invita a conocer lo que han planteado los más importantes filósofos, historiadores, sociólogos, artistas y todos aquellos que se hayan asomado a ese pozo oscuro que es parte de la vida. 
Una trilogía de temas finamente articulados nos invitan a este recorrido: por supuesto la muerte, pero también esa forma precipitada de la misma que es el suicidio y finalmente el duelo.   
Quizás podamos pensar al suicidio como una insondable decisión del ser, una decisión final, como aquella que Lacan plantea en los comienzos de una estructuración subjetiva. 
Lo conozco bien a Diego desde hace muchos años, y se que su recorrido no es producto solo de sus múltiples lecturas, es fundamentalmente un saldo de saber que extrae de la elaboración de lo que le ha tocado transitar. Y eso queda claro en este texto. Él nos ofrece aquello que es un tejido a partir de cómo se ha ido escribiendo lo que ha surgido de su inconsciente, de su propia relación con el goce y la pérdida. En ese sentido tiene un valor testimonial. Quienes lo conocen saben que Diego nos habla siempre a sus queridos efímeros. 
Nunca antes de leer este libro había pensado que quizás la tarea más difícil que exista en el mundo sea la de decir adiós. Si sabía de sus terribles dificultades por la clínica que ejerzo y por la vida, pero nunca había tenido tan presente que, entre todas las empresas, fuera la más difícil. En el duelo el sujeto pone en juego todo su ser, lo más íntimo, su relación con la falta.   
Pero entremos al salón sin más demora para participar de esta extraña danza. Ya sabemos lo que nos espera. Pero lo importante es que en el recorrido podremos entender de qué se trata el juego, no solo de la muerte, sino también de la vida. Y, antes de que todo termine, poder arrancarle como ya lo han hecho tantos, un trozo de poesía. Porque de eso se trata este libro para mi, no tanto de la muerte en sí, sino de lo que somos capaces de hacer con la pérdida, de aquello que somos capaces de escribir, que a veces se trata, en definitiva, de los mejores versos. 
¿Que nos espera? Solo la muerte, ¿cómo no recordar aquellos versos de Pablo Neruda?: “Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo, pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas, de violetas acostumbradas a la tierra...”. Y cómo no recordar aquellos versos finales:
“La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.”

No solo es la muerte, vestida o desnuda. También es la vida. 



Luis Darío Salamone







Comentarios

  1. Luis, vengo leyéndote hace tiempo. Este texto, presentación del libro de Diego Degratti, a quien aún no conozco, pero a quien, a partir de tu generosidad, leeré, es un texto que me ha conmovido. He trabajado el duelo. El propio, por las distintas pérdidas que he atravesado y atravieso. Es parte de la vida. El agradecimiento por la vida misma, el disfrute y los amigos, el amor, son su contraparte. Todo lo que se vive conlleva a la muerte, transformada en recuerdos gratos o torturantes.
    Comparto con LACAN el entrelazamiento de la vida y la muerte. Banda de moebius, que se puede observar si uno no queda atrapado en la ilusión dramática o en la comedia.
    Tu texto trae belleza. Y es bello.
    Gracias, una vez más.

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