MEAT LOAF, UN MURCIÉLAGO EN EL INFIERNO

Luis Darío Salamone


“Nada crece nunca en este podrido agujero viejo,

todo está atrofiado y perdido,

y nada realmente me gusta,

y nada realmente funciona ...

Como un murciélago salido del infierno

me habré ido cuando llegue la mañana. “

Meat Loaf


1- El estallido del éxito. 

Resulta frecuente que un artista pase a engrosar la fila de los sujetos que Sigmund Freud ha denominado “los que fracasan al triunfar”. Después de aquel texto freudiano que desentraña la lógica de este tipo de cuestiones, no nos quedamos tan sorprendidos ni desconcertados cómo él se mostraba ante estas circunstancias; no nos resulta tan raro el hecho de que la neurosis estalle en sujetos a los que parecería que se le había  cumplido un deseo largamente buscado. 

Alguien pueden llegar a un objetivo anhelado, y esto, lejos de ser motivo de celebración, se le torna inaguantable; como si “no pudieran soportar su felicidad”, nos dice Freud. Hay un nexo que se encuentra presente entre el éxito y la crisis que el sujeto es llevado a tener que atravesar. Entre los músicos de rock hay uno que nos presenta un derrotero que resulta paradigmático para alumbrar esta cuestión. 

Se trata de Marvin Lee Aday quien nació un Septiembre de 1947 en Dallas, cambió su primer nombre por Michael, pero pasó a la historia del rock con otro nombre artístico: Meat Loaf, que es también el nombre de su banda. 

Ni siquiera su nombre parecía predestinarlo para el estrellato. Puede traducirse como “pastel de carne”. Meat se trata del apodo que fue acuñado por su padre cuando tenía dos años debido a su gran tamaño; Loaf le fue agregado más tarde en la escuela.

No tenía la apariencia que algunos podrían esperar en una estrella en rock. Su cuerpo era realmente voluminoso, pero sus 136 kilos no impedían que se moviera y saltara frenéticamente en los escenarios. La potencia de su voz era capaz de lograr una nota tan alta como para fundir los fusibles del monitor de grabación. Cuando apareció en escena lo consideraron algo realmente extraño. Un “hombre obeso y salvaje comenzó a gritar en el escenario” comentó un crítico, “y a los pocos minutos todos se habían olvidado de su aspecto, ya había logrado meterse al público en el bolsillo”. 

Comenzó trabajando como actor en musicales. En 1974, durante uno ensayos, conoció a Jim Steinman, con quien realizó una sociedad musical que, pese a las disputas entre ambos, dio un resultado estupendo.  

Solamente con una trilogía de álbumes “Murciélago del Infierno”  (Bat out of Hell I, II y III) vendió más de 50 millones de copias. Su debut es uno de los álbumes más vendidos de la historia del rock, por encima de Sargento Pepper o cualquier disco de los Rolling Stone.

Era claro que había transpirado mucho para convertirse en una estrella. Pero cuando llegó a la cima tuvo un colapso nervioso, aumentaron sus problemas con el exceso de alimentación, amenazó frecuentemente con suicidarse; algo se le tornó insoportable, se refugiaba en un rincón de su casa y pasaba largo tiempo llorando. Comenzó a padecer un trastorno en las cuerdas vocales, descartaron que se tratara de algo físico. Consultaron otorrinolaringólogos, psiquiatras  y hasta hipnotizadores. Tuvo que dejar los escenarios. Cuando quisieron grabar el próximo disco intentó infructuosamente cantar durante seis meses. Jim decidió sacar un disco solista, Meat no se lo perdonaría, “Dead ringer” finalmente terminó compitiendo en las bateas con el disco de Jim. Pero ninguno tuvo el éxito que esperaba. Comenzaron a considerarlo como le estrella de un solo éxito. Cuando alguien preguntaba por él para contratarlo, simplemente le decían: está acabado. 

Sin embargo, y contra todos lo pronósticos, decidió volver al ruedo, “tener un problema de ego es peor que empezar de cero”, aseguró. De llenar estadios pasó a tocar en universidades y pequeños clubs. Sacó cuatro discos, algunos ni se publicaron en Estado Unidos. 

Cuando volvió a juntarse con Jim decidieron que realizarán una secuela de “Bat Out of Hell” luego de 15 años. Con Steinman, con el cual hacían una pareja musical única, se habían separado por problemas de narcisismo aseguró Mea. El compositor mientras tanto le dio temas a otras músicos que pudieran haber sino de la banda. Entre ellos “Haciendo el amo” (Making Love) a Air Suply y “Eclipse total del corazón” (Total eclipse of the Hearts) a Bonnie Tyler, fueron el segundo y el primer puesto en la lista de temas de 1983. Nirvana y Pearl Jam habían sacudido el ambiente musical. Ni siquiera sus amigos tenían demasiadas expectativas con el retorno de la pareja musical. Sin embargo inmediatamente el tema principal del disco se convirtió en número uno. 

Jim había compuesto un tema sobre el colapso nervioso de Meat: “Back into hell”, lindo nombre para el título del álbum. Jim prefirió “Bat out of hell II”, “recuerdas cuando salió aquel primer disco? Bueno, allí es donde vas otra vez”, le dijo. 

La hermosa canción "Haré cualquier cosa por amor” (I'd Do Anything for Love) hizo  que le otorgaran el Premio Grammy a la mejor interpretación vocal de rock solista en 1994, el tema se mantuvo en lo más alto en el Reino Unido durante siete semanas. Fue número uno en veintiocho países. 

Meat, lejos de estar feliz con su éxito, se sentía sofocado. Si algo le molestaba es que lo consideraran una estrella. Comenzó a tomar alcohol y drogas. Los problemas económicos se hacían cada vez mas serios. En una entrevista nos habla acerca de la función que tuvieron las sustancias tóxicas en su vida: simplemente le sirvieron para destruirlo todo. Podía tomarse una botella de Jack Daniels antes de un concierto en Philadelphia y, al salir, arrojar las bases de los micrófonos a la audiencia enardecida, él mismo recordaría esa época como bizarra, como muchos momentos de locura. Podía despertar en algún lugar cuatro días después, sin tener ni idea de lo que había hecho. Esa errancia era producto de quedar condenado a la dictadura del objeto en tanto plus de goce. Las sustancias tóxicas suelen ser protagonistas en esos días perdidos. 

Decían que no podía con la cuestión del consumo, pero Sam Ellis, su manager, aseguraba que no tomaba tantas drogas, que su problema era el éxito. A partir de llegar a la cima, comenzó a rondarle por la cabeza la idea de quitarse la vida. 

Sus compañeros de banda sabían dos cosas:

1- Antes de un show debían apartarse de él, “era como un toro antes de salir a la arena”, podía hacer cosas extrañas como patear sillas de metal.  

2- Luego del show, en el cual terminaba exhausto era común que se desmayara, por lo cual había siempre un tanque de oxígeno preparado. Sus músicos ya habían naturalizado estos episodios. Él estaba tirado, clamando por aire, y los miembros de la banda que pasaban por al lado simplemente le decían: “Buen show Meat, nos vemos”.

En un recital en Atlanta su corazón se detuvo. Cuando despertó vio a una chica de blanco y él, que era un murciélago en el infierno, pensó que había llegado al cielo.   

En cuestión de meses pasó de ser una estrella a estar en bancarrota. 

En su autobiografía escribió que, desde un episodio traumático que sufrió cuando su padre intentó clavarle un cuchillo nunca más pudo dormir tranquilo. Quedó condenado por el padre a salir corriendo. 

Su Madre había muerto. Su padre se emborrachaba y lo avergonzaba. Pero lo que realmente lo impactó fue esa oportunidad en la que el padre pateó la puerta de su cuarto, entró en la habitación con un cuchillo de carnicero y se avalazó sobre él, que a duras pena logró hacerse a un lado. El cuchillo quedó clavado en mitad de la cama. Luego siguió una pelea hasta que logró irse de la casa. “Era él o yo”, dijo.  No volvió a verlo por ocho años. Se tomó un avión a Los Ángeles donde comenzó su otra historia, como actor y cantante de rock. Con los éxitos y derrumbamientos que hemos comentado. 


2- Las estocadas del superyó. 

El el apartado sobre los que fracasan al triunfar Freud analiza el caso de lady Macbeth, de Shakespeare. Nos dice que nos presenta a alguien con una vigorosa personalidad que, luego de una enérgica lucha por conseguir su deseo, se derrumba al alcanzar el éxito. 

Freud se pregunta: “¿Cómo ha podido suceder que la arriesgada aventurera, de voluntad osada e independiente, que se ha abierto camino, sin reparo alguno, hacia la realización de sus deseos, se resista ahora a cosechar el fruto del éxito ofrecido a sus manos? Ella misma nos da, en el cuarto acto, la explicación: «Eso es precisamente lo terrible: ahora que se me ofrece a manos llenas toda la felicidad del mundo, me encuentro transformada, de tal suerte que mi propio pasado me cierra el camino de la felicidad.»”

Freud encuentra la respuesta en un sentimiento de culpabilidad que le impide  disfrutar al sujeto de las mieles del éxito. Remite esta cuestión a la problemática edípica, lo que se juega es haber llegado más lejos que el padre, quebrantando algo que está prohibido. En esta cuestión hunde sus raíces el sentimiento de culpa. El sujeto deberá pagar por su osadía. La cuestión no emerge como culpa, sino como la imposibilidad de aceptar el éxito, aparece en esa necesidad de fracaso, en los síntomas que el sujeto presenta, en el malestar que lo inunda. Como lo plantea Jacques-Alain Miller, más allá del Edipo, Freud cree en el Nombre del Padre, es lo que sostiene su hipótesis del inconsciente. Freud construyó uno de sus mitos para dar cuenta de la función del padre en “Tótem y tabú”. El padre muerto se transforma en la condición de goce de un sujeto. Y el superyó no será ajeno a estas condiciones. 

En 1936 Freud le escribe una carta a Romain Rolland en la cual le habla de la culposa cobardía que implica ir más allá del padre. No nos permitimos la dicha porque no podemos esperar algo tan bueno del destino. Es en este sentido que Jacques Lacan planteará la perspectiva de poder ir más allá del padre sirviéndose de él. Ir más allá implica que uno puede dejar de creer en el padre, como sucede en la religión, pero a partir de que en uno algo pueda operar como causa de deseo.  

No le resultó sencilla esta cuestión a Meat Loaf, el acto filicida del padre lo persiguió por años. Su superyó siempre estuvo al acecho para lanzarle esa estocada que logró evitar del padre. Resulta muy difícil ir más allá del padre prescindiendo de él. Es necesario que le deje al sujeto alguna herramienta para poder hacerlo. Por eso el cantante no soportaba los momentos en que todo estaba de su lado.

Meat siempre pensó que su padre, no solo había querido asesinarlo estando borracho, sino que a él no le importaba en lo más mínimo lo que hacía en su vida. Más tarde se emocionaría cuando al reencontrarlo vio su habitación empapelada con las noticias sobre las actuaciones de él. Luego de su reaparición tan exitosa agradecía en el escenario públicamente la nueva oportunidad que el destino le había dado.

Pero de lo que en verdad se trata, más que de esa cuestión de que el destino le una nueva oportunidad, es de que el superyó deje de regir el destino del sujeto. Única forma de establecer una nueva relación con el goce. Con ese goce dispuesto a atentar contra la realización de cualquier deseo.  


Bibliografía:


Dalton, David. (1999).  Meat Loaf: To hell and Back. An Autobiography  EE.UU.: Regan Books 

Freud, S. (1981) Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica. En Obras completas, Tomó III. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

Freud, S. (1981) Tótem y tabú. En Obras completas, Tomó II. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva. 

Miller, J.-A. (2013) Piezas sueltas. Buenos Aires: Editorial Paidós. 

Lacan, J. (1999) El seminario libro 5. Las formaciones del inconsciente, Buenos Aires: Editorial Paidós.

Lacan, J, (1991) El seminario libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires: Editorial Paidós.

Wall, M. (2017) Like a Bat Out of Hell: The Larger Than Life Story of Meat Loaf. EE.UU.:  Trapeze. 



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