LECTURAS: 

“Philip Dick con Jacques Lacan. Clínica plsicoanalítica como ciencia-ficción”. 
De Fabián Schejtman. Grama. Buenos Aires, 2018. 

“En este momento estoy alucinado. 
Estoy todo lo mentalmente enfermo que se pueda estar. 
Es increíble que pueda comunicarme contigo.”
Philip Dick 

“Te traje algo”, me dijo Fabián al cruzarlo en la EOL y me dio su libro. 
Lo estaba esperando, también esperaba que su nueva obra me sorprendiera, pero jamás tanto. Tenerlo en mis manos fue trasladarse en el tiempo, en  esa máquina que inventó unos de los pioneros de la ciencia ficción: Herbert George Wells; para estar de nuevo en la adolescencia cuando, después de juntar pacientemente las monedas, podía comprar uno de esos libros de editorial Minotauro que tardaba una noche en devorarme. La mayoría eran libros de ciencia ficción: Bradbury, Sturgeon, Asimov, Ballard, Clarke, Le Guin, Lem, Tolkien (más fantástico que ciencia ficción),  Burgess, y otros. También Dick por supuesto. Cuando comienzo a leer el prólogo veo que a Fabian le pasó lo mismo: nos encontramos con ellos antes que con Freud o Lacan. Y los nombra a cada uno en un ordenamiento parecido. Tenemos una diferencia: él jamás pudo abandonar a Dick, yo a Bradbury. Después de tanto años seguimos leyéndolos quizás, como lo comenta Jorge Luís Borges en el prólogo de “Crónicas marcianas”, para revivir “aquellos deleitables terrores”. 
Al igual que lo que pasaba con los libros de aquel entonces fue asomarme y quedar atrapado en otro mundo, y no poder soltarlo hasta terminar el viaje. Uno comprende inmediatamente lo que implica el poder creador de las palabras del cual Lacan tanto hablaba al comienzo de sus seminarios. Este texto es capaz de hacernos palpitar esos encuentros entre Lacan y Dick que, más allá de las referencias que uno tenga y aunque se hayan producido sólo en un par de oportunidades, por obra y magia del libro de Fabián, ahora se han convertido en un capítulo importante de la historia del psicoanálisis. Gracias al relato del texto uno forma parte de esos encuentros entre el psicoanalista y el escritor de ciencia ficción. Nos transformamos en algo más que un espectador de privilegio, esos momentos se recrean, es decir se viven. 
El libro nos permite inteligir finamente la mentalidad de Philip Dick, caracterizado como un escritor tan perturbador como creativo, imposible de clasificar, siempre navegando entre la genialidad y la locura. 
Si bien se descarta la posibilidad de hacer de este recorrido una psicobiografía al final del trayecto vamos a conocer mucho de la vida y obra del escritor; pero sobre todo lo que puede enseñarnos a los psicoanalistas. 
Nos damos cuenta, no sólo de la importancia de la obra del autor, sino que también de la enorme influencia que ha ejercido, particularmente en la historia del cine; por más que él no haya podido ver las películas que su inventiva permitió que existieran. Gracias al texto podemos elucubrar qué le pasó durante los colapsos nerviosos que tuvo, cómo fue su experiencia con el LSD en la época del auge de esta sustancia que llevó a que lo consideren como una autoridad psicodélica, pese a que en esas experiencia sintió un profundo miedo. “Los tres estimas de Palmer Eldridch”, escrita luego de un viaje psicodélico, es considerada como la gran novela del ácido. 
El corazón del libro son los principios de una clínica psicoanalítica nodal. Se trata del verdadero encuentro entre Dick y Lacan, pero propiciado por Schejtman. Si bien nos advierte que no hay formalización que no sea formolización, ya que siempre se trata de un intento vano de atrapar lo real; lo  que sigue es un estimulante planteo de los fundamentos de una clínica nodal, orientada por lo real, empresa en la cual se embarcó Lacan hasta el final de sus días. Esto nos lleva a otro de los puntos interesantes del libro, el interrogante por un diagnóstico posible del escritor. Nuevamente Fabián nos sorprende, tanto con el diagnóstico, como su formulación borromeica, pero sobre todo con su planteo de las posibles mutaciones en las psicosis.  
Por un lado estamos tentados a pensar que la operación que hizo Lacan con Joyce es la que hace Schejtman con Dick: meterse en los vericuetos de la locura de un autor para hacer avanzar la teoría analítica. Pero además Fabian hace la operación que Lacan realiza al cruzar Kant con Sade, lo cual le permite a Lacan, entre otras cuestiones, formalizar el fantasma perverso. El cruce entre Dick y Lacan nos lleva a una escritura posible de ese real que la locura nos presenta y que, al querer atraparlo, se escabulle. Logramos captarlo al menos por un instante en la letra, sin que llegue a transformarse en letra muerta. Fabián logra achatarlo en un nudo, para darnos cuenta gracias a la topología, que no es sólo lo real lo que nos habita. Así nos enseña fundamentalmente sobre nuestra propia locura. 
Lacan aseguraba que hasta el momento nadie había podido hablar de la ciencia ficción y decir algo sensato e inteligente, salvo que la capturen con sus redondeles de cuerda, encerrando el agujero. Es lo que ha logrado el autor del libro que estamos comentando. 
Philip Dick diferenciaba la fantasía de la ciencia ficción, esta última habla del futuro, pero de algo que resulta posible, se anticipa a lo que vendrá, se trata en definitiva de una apuesta. 
Apuesto a que este libro muy pronto se convertirá en una pieza fundamental de la historia del psicoanálisis. Uno puede darse cuenta de eso apenas termina de leerlo. Hay algo que logró captarse y transmitirse, algo de ese misterio que nos concierne a los analistas. Ya lo decía Lacan, “la ciencia ficción, es el misterio del ser hablante”.




Luis Darío Salamone

Comentarios

  1. Es que acaso " Sueñan los androides con ovejas eléctricas "?

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  2. Navegar entre la genialidad y la locura es una circunstancia de todo escritor. Si no estoy " loca" ( llena de fantasmas) mis textos no surgen

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