SIMPLEMENTE MILES DAVIS 

"Sé lo que he hecho por la música, pero no me llaman "leyenda". 
Simplemente me llaman Miles Davis."

1- Más de aquel jazz.

Si bien el origen del término "jazz" es incierto, algunos sostienen, con una extrañísima precisión, que la historia comienza el 17 de Noviembre de 1887 a la una de la madrugada, con alguien que luego de varios whiskys de fabricación casera, en una marisquería de Nueva Orleans, comienza a tocar una vieja corneta que había tenido su época de gloria en la Guerra de Secesión, cortando el ritmo de las frases musicales, lo que luego se llamaría sincopación, reproduciendo el sonido de un banjo que escuchaba en la plantación en la que había trabajado años atrás como esclavo. Pronto el local quedó demasiado pequeño por la cantidad de gente que se amontonó para escucharlo y terminó interpretando a la luz de las estrellas. Ese estilo musical no tardó en ser interpretado por bandas nocturnas que animaban los bailes o las travesías que realizaban los barcos a vapor por el Missisipi. Su precursor fue un barbero llamado Thermidus Brown,  pero se lo conocía como Jazz-Bo, por su elegancia al vestir. 
Brown murió ahogado una noche, siete años después, al tropezar y caer de un barco luego de haber bebido varios días, angustiado porque había perdido la oportunidad de la fama y, según creía, la inspiración que dio origen a un género musical. 
Podrá haber historias más ciertas que esta, pero difícilmente una tan buena que hilvane las características de esta música y su relación con un estado alterado por el consumo de una sustancia embriagante. En este capítulo nos ocuparemos de uno de sus referentes que nos legó, además de su obra, una Autobiografía conmovedora donde la pasión por la música se entreteje con el consumo de drogas. 

2- Un buen soplo. 

El primer recuerdo que atesoró de su infancia era una llamarada, la llamarada azul de un fogón, tenía tres años entonces, pero aquella imagen se le presentaba tan clara como la música; antes de eso, sólo había niebla. La memoria no puede precisar si esa llamarada la había generado él mismo, jugando; pero desde el recuerdo retorna la exaltación que lo invadió provocada por lo repentino, lo súbito. Es el primer registro que tiene del miedo, un miedo que se tornó desafío, es decir aventura, y generó una suerte de alegría fantasmagórica. Lo asocia con alguna frontera, con algún filo posible. Es el momento en el que el mismo Miles Davis sitúa el comienzo de su filosofía de vida. No podía saber de las cosas del mundo en aquel entonces, pero debía avanzar, ir hacia adelante, alejarse del calor amenazante de esa llamarada.  
No le gustaba mirar atrás, pero sin embargo llega al punto de conjeturar que el violento tornado que azotó St. Louis al poco tiempo de haber nacido puede estar el origen de su mal carácter, el tornado le dejó tras su paso una violenta creatividad. Y dejó algunos ventarrones, se necesita un buen soplo para tocar la trompeta. Con estas disquisiciones comienza Miles Davis su Autobiografía, que escribió con la ayuda del periodista y escritor Quincy Troupe. 

3- Nunca sigas el canto de ese pájaro. 

Cuando el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan le entregó en 1987 un reconocimiento por su carrera a Ray Charles invitó a la Casa Blanca a afroamericanos ilustres. Miles Davis, se presentó con pantalones negros de cuero, un chaleco encimado a otro y una chaqueta con una serpiente roja en la espalda. Una dama de la alta sociedad le preguntó a ese hombre, alejado de toda etiqueta, qué méritos tenía para estar allí. Miles no tardó en contestarle: "Bueno, he cambiado el rumbo de la música cinco o seis veces. Ahora, dígame: ¿qué ha hecho usted de importancia, aparte de ser blanca?". Viniendo de otro podría ser una falta de modestia pero sin dudas Miles Davis forma parte de la historia del jazz y los giros que le imprimió a esa historia tienen que ver con su rechazo a repetir al otro o repetirse a sí mismo. 
Davis nos dice que a los doce años la música se había convertido en lo más importante de su vida.  A los trece años recibió una trompeta como regaló de cumpleaños. Pertenecía a una familia acomodada, aficionada a la música, de East Saint Louis, lugar donde llegaban buques en los cuales tocaban orquestas, muchas veces dirigidas por trompetistas. 
Luego de participar en una orquesta local y tener una hija a los diecinueve años, en Septiembre de 1944 se fue a Nueva York para tocar con los grandes, buscó a Bird y Dizzy. En esa época, no fumaba, no bebía, no probaba drogas. Bird, en cambio, además del mejor saxo de la historia, era adicto a la heroína, pero él merece un capítulo aparte que escribiremos en otro momento. De Bird reconocerá su genialidad con la música como su dificultad con los demás debido a su relación con el consumo, asegura no comprender lo que lee en él como un impulso autodestructivo. Estamos hablando de Charlie "Bird" Parker y Dizzy Gillespie, con quienes formaría parte del trío fundador de un nuevo estilo de jazz: el Be-bop.
Miles llegó a Nueva York a estudiar música, le habían enseñado que la ignorancia era esclavitud y, el conocimiento, libertad. Se convirtió en lo que denomina un científico del sonido, si una puerta chirriaba podía decir el tono exacto en el que lo había hecho. Al tiempo viajó a. St. Louis para decirle a su padre que había decidido abandonar el Juilliard, donde estudiaba, porque le enseñaban cosas de blancos, él le digo algo que no olvidó jamás: que lo que decida hacer, sea lo que fuera, que lo haga bien. Y le hizo escuchar el canto de un pájaro (bird, en inglés) que llegaba del exterior, era del sinsonte, ave que copia el canto de otros pájaros, porque no tiene uno propio. Entonces le dijo que él tenía que buscar su propio canto. Quizás por eso, pese a la admiración que sentía por Charlie "Bird" Parker, jamás intento imitarlo, como a lo hacían tantos, aunque les resultara inútil. 

4- Festivales, drogas y mujeres. 

Miles nos relata su encuentro con las drogas: "Mientras estaba en la banda de B empecé a esnifar cocaína. Hobart Dotson, el trompetista que tocaba junto a mí, me aficionó. Un día me dio una dosis pura. Sin embargo, quien me introdujo en la heroína, también mientras estaba en la banda de B, fue Gene Ammons, un saxofonista. Recuerdo cuando esnifé cocaína por primera vez. No sabía lo que era, tío. Todo, de pronto, me pareció más brillante, y noté un súbito chorro de energía. La primera vez que usé heroína, quedé inconsciente y no me enteré de lo que pasaba. Macho, era una sensación fuera de lo común. Me sentí completamente relajado." No hay una responsabilidad subjetiva, el que lo metía en el asunto, para él era el otro. 
Bird le había dicho que si alguna vez lo sorprendía pinchando lo molería a palos. Bird por su parte estaba cada vez peor, no les pagaba y era capaz de empeñar su saxo o los instrumentos de sus amigos si estos se descuidaban. Las drogas volvían loco a Charlie Parker a punto tal de que en 1946 terminó internado en un pabellón psiquiátrico de Nueva York donde le aplicaron electroshock.
Miles reparte su tiempo entre la música, las drogas y las mujeres. Es invitado a festivales en París, allí se enamora de Juliette Gréco y se encuentra con una sociedad diferente donde las personas de piel negra no son discriminadas. Por primera vez siente que la música no era la totalidad de su vida, ella le enseñó a amar al margen de la música. Juliette le pidió que se quedara en París, Sartre le sugirió que se casara. Pero volvió a Nueva York. Se sintió tan deprimido que consumió heroína, perdió el control, sintió que caía en una pendiente hacia la muerte, y le costó cuatro años desengancharse. Asegura que jamás consumió como algunos músicos, para tocar como Bird. Lo que lo llevó a ese terreno fue la depresión que sintió al volver de París, y extrañar a aquella mujer. Con el consumo dejó de ir a su casa en la cual estaba Irene y sus hijos. Una discusión con un policía que lo golpeó duramente hizo que se aficcionara al box. Lo asediaba la angustia y la heroína era su evasión.
Por otra parte asegura que "cuando tomas heroína constantemente pierdes el deseo de tener relaciones sexuales con una mujer...", al menos eso le pasó a él (2). Dice que esto no le pasaba a otras personas que conocía, pero él había gozado de la sexualidad con Irene o Juliette, pero después de empezar a consumir no le interesaba hacerlo y si lo hacía no gozaba. En lo único que pensaba era en cómo conseguir más heroína. Al principio la aspiraba, no se inyectaba, un amigo le dijo que se sentiría mejor si lo hacía. Así empezó lo que define como una película de horror que duró cuatro años. Si no consumía enfermaba, al principio era como tener gripe, le chorreaba la nariz, le solían las articulaciones; después empezaba a vomitar. Una miseria espantosa que procuraba evitar. Tomaba cuatro o cinco dosis al día. Quiso desengancharse desde el momento en que se sintió mal por primera vez. Reconoce que inyectarse heroína cambió totalmente su personalidad, paso de ser tranquilo y honesto a todo lo contrario, la razón de dicho cambio era la ansiedad por conseguir heroína. Haría cualquier cosa para no sentirse enfermo, eso implicaba disponer de heroína día y noche para poder inyectarse. Se encontró haciendo lo que antes le reprochara a Bird, le sacaba dinero a prostitutas, le sacaba cosas a los amigos para empeñarlas o venderlas. O empeñaba su propia trompeta. Resume ese momento en estos términos: "Todo se derrumbaba" (3). 
Por 1952 consideró la posibilidad de intentar abandonar las drogas, comenzó a entrenar, siempre le había gustado el boxeo. El entrenador le dijo que jamás entrenaría a alguien que tuviera el hábito de las drogas. Miles negó tenerlo y el entrenador le dijo que no le tomara el pelo, que volviera a St. Louis para tratar de dejar el vicio. Nadie le había hablado así. Llamó a su padre y le pidió que viniera a buscarlo, inmediatamente fue a pincharse. Prometió no drogarse, fue a la granja de la familia, pero no tardó en encontrar a alguien que le vendiera heroína. Cuando el padre se enteró le dijo que no le daría más dinero, la abstinencia, lo que el llama el mono, enloqueció a Miles, maldijo a su padre que se limitó a hacer una llamada, aparecieron dos personas y lo llevaron a la cárcel donde estuvo encerado una semana, vomitando, pensó que iba a morirse, pero sobrevivió con una idea, de que para cortar el hábito sólo tenía que tomar una decisión. Ni bien salió de prisión se volvió a inyectar. El padre había decido llevarlo a realizar un tratamiento de rehabilitación a la prisión federal para adictos de Lexington, como no había cometido ningún delito tenía que encarcelarse por voluntad propia, decidió no hacerlo, llevaba dos semanas sin drogarse.  Volvió a Nueva York. Allí volvió a inyectarse, sabiendo que dejaba el hábito o moriría. No pensaba morirse. 
La policía comenzó a endurecerse, le hacían arremangar la camisa buscando pinchazos nuevos. Por esa razón. Mucho yonquis se inyectaban en las venas de la piernas. 
Una noche estaba completamente drogado, dando cabezazos, con ropas viejas y sucias, se acercó Max Roach elegantemente vestido, lo miró y le dijo que tenía un buen aspecto y le metió doscientos dólares en el bolsillo. Se sintió tan avergonzado que en lugar de correr a pincharse, llamó a su padre para decirle que quería recuperarse, este le dijo que viajara inmediatamente. 
En la granja familiar el padre le dijo que si a él lo torturaba una mujer podía sugerirle que la cambiara por otra, pero tratándose drogas, sólo podía darle su amor y apoyo, el resto dependía de él. Se dio vuelta y lo dejó solo. Miles se encerró en una casa de huésped con llave hasta dejar el hábito. Transpiraba, le dolía todo, tenía el cuello rígido, no le respondían las piernas, las articulaciones le dolíamos terriblemente; compara el sufrimiento con una terrible artritis y una gripe aguda, con una  crudeza que no puede dominarse. La tortura duró siete u ocho días. Hasta que todo terminó. 
Pero hubo idas y vueltas. Para no volver a las tentaciones de Nueva York, fue a actuar a Detroit, una mujer lo llevó a un psiquiatra. Este le preguntó si se masturbaba, Miles le respondió que no, el psiquiatra le dijo que tenía que masturbase todos los días antes de tomar alguna droga. Miles pensó que el psiquiatra debería estar en un manicomio. 
Se pinchaba para no sufrir, para no enfermar. Fue otro motivo de vergüenza lo que le hizo cobrara fuerza, un gánster lo interpeló mal por tratar mal a una chica, pudo haberlo matado, sin embargo le dijo que era patético, miserable, un lastimoso hijo de puta, un yonqui asqueroso. Eso le hizo daño, porque tenía razón. La droga era muy mala en Detroit, ya no le hacía nada, sólo se pinchaba por la sensación que este acto le provocaba. Tomó como ejemplo a un boxeador, Sugar Ray Robinson, un deportista disciplinado y mujeriego, muy serio en su trabajo. Decidió manejarse así y volvió a Nueva York a comenzar de nuevo. 
Cuando dejó de inyectarse heroína continuó tomando cocaína de vez en cuando, no le creaba un hábito, no enfermaba si la dejaba. Aunque le secaba la boca lo cual no era bueno para un trompetista. 
Davis dice que desde su adicción se encerró en sí mismo para protegerse de un mundo que consideraba hostil. Esto nos muestra que por un lado tenemos el encierro que se consigue al obtener un goce autoerótico con sustancias, pero que la cuestión también atañe a una decisión subjetiva. La adicción es sólo una forma de encierro entre otras. 
En 1955, por no cumplir sus obligaciones económica con su hijo su ex mujer lo manda a la cárcel por tres días. Al menos así lo cuenta él, en esto tampoco muestra su responsabilidad. Allí se entera de la muerte de Bird, fue un golpe. Davis comenta que al morir Bird, así como antes los músicos se inyectaban para tocar como él, ahora se esforzaban por dejar la heroína. 
Luego Davis permaneció bebiendo demasiado y consumiendo cocaína, sufría intensos dolores a causa de una anemia falciforme. Esto lo tornó irritable y tuvo crisis de celos con Francés, la única mujer entre tantas que tuvo que soportarlo en esa faceta. Llegó a acusarla de engañarlo con un amigo homosexual. Él pensaba que estaba cuerdo y en la cima del mundo. Ella lo miraba como si estuviera loco, lo cual, confiesa, era cierto. Se había convertido en una especia de fantasma de la Opera , se deslizaba por el túnel que había debajo de su edificio, paranoico, perdido. Comenzó a sufrir, según lo denomina él mismo, la alucinación de que en su casa había un extraño, registraba los armarios, debajo de la cama, en el sótano, echaba a todos los que estaban en su casa y buscaba al extraño por horas. Frances terminó dándole la razón para llamar a la policía, que vino y registró todo, mientras ella aprovechó para marcharse a la casa de una amiga. Una infección hepática lo frenó. Fue otra mujer Cicely quien lo ayudó a dejar los alcoholes fuertes, aunque por un largo tiempo tomó cerveza.

5- Aquellos años de silencio. 

En el desfile incesante de mujeres, Jackie llegó a su vida; paralelamente salía con Marguerite entre otras. En esa época estaba medio loco por la cocaína, en un momento en que tomaba a todas horas volvió de tocar en un concierto y la encontró narcotizada, ella que jamás había probado una droga, se encontraba a punto de perder el conocimiento, cuando logró que se recuperara le preguntó porqué se había tomado todas sus píldoras, ella le contestó, con lágrimas en los ojos, que si iba a matarse con cocaína y otras porquerías, ella quería morirse antes; al ritmo que llevaba moría pronto y ella no quería vivir sin él. Lo conmovió, fue a buscar cocaína y ella la había tirado. Él se molestó, pero recoció haber encontrado una mujer fuera de lo corriente. 
Por 1970 había acordado grabar un álbum con Jimi Hendrix, lo estaba esperando para reunirse junto con Gil Evans cuando se enteran que Jimi había muerto, asfixiado por sus propios vómitos. Otro golpe. Jackie procuraba apartarlo de la cocaína, y lo conseguía, pero sólo por momentos. Miles comenta cómo después de un accidente muy grave en 1972 con su Lamborghini, estuvo internado tres meses, al regresar ella le hizo prometer que se mantendría alejado de las drogas, comenta irónicamente que se mantuvo alejado más o menos un minuto. Ella se fue y, nos dice "Sin ella, mi vida se hundió en una zona oscura a lo largo de los dos años siguientes. Coca a todas horas, sin interrupción, y muchos dolores." (4)
Se encontraba en San Pablo en 1974, había bebido vodka sin parar y fumado mariahuana, cosa que hacía muy raramente, terminó internado, la banda e incluso él supusieron que era el final. Al día siguiente estaban tocando en la función que habían reprogramado. Un día estaba al borde de la muerte y al siguiente tocando estupendamente. Por más que Davis negara todo el tiempo su parecido a Bird, siente que lo miraban de la misma forma que él lo hacía al saxofonista. 
Alcohol, píldoras y drogas lo llevaron a un colapso, a una úlcera hemorragica, escupía sangre y cada vez pensaba más seriamente en retirase. Pensó que su ausencia será de seis meses. El silencio duró seis años. La actividad principal que tenía en esa época era tomar cocaína, llegó a consumir quinientos dólares al día, y estar con todas las mujeres que podía. Era adicto a las píldoras, a la cerveza Heineken y al coñac, pero principalmente estaba la cocaína que aspiraba o se inyectaba, a veces incluso en la pierna junto a heroína, esto se denomina speedball. Nos dice que no era la persona mejor dorada para cuidarse a sí mismo. A esta época la denomina "los años de silencio", no salía de su casa por periodos de mas de seis meses. 
En esta época Davis reconoce haber llevado al acto todas sus fantasías sexuales, lo que para otros es sólo fantasía, nos dice, el lo convertía en una acto. Admite que probablemente la cocaína tuvo mucho que ver en eso. Pero después de un tiempo llegó el hartazgo y "todo esto se transformó en aburrimiento y rutina" (5). 
Nuevamente preso por incumplir sus obligaciones de soporte económico, esta vez la intervención fue de Marguerite.Cocaína, píldoras, todo se reducía a deambular a la deriva. Como lo planteó Jacques-Alain Miller en Comandatuba, se presentaba a sí mismo como un sujeto contemporáneo, deshinibido, pero a la vez desamparado, sin brújula. La operación del tóxico le permitía realizar sus fantasmas, pero su goce lo mantenía a la deriva. La división subjetiva que era rechazaba retornaba de lo real. Dice que eran cuatro personas, dos con la coca y dos sin ellas. Mirarse al espejo era ver una película de horror.  Días son dormir, atiborrado de drogas, acompañando por alucinaciones, voces y ruidos inexistentes, según las categoriza él mismo. Apareció Cicely, y lo ayudó a aflojar con la cocaína, incluso con el cigarrillo, cuando lo amenazó con dejar de besarlo si seguía fumando. Le hizo ver que jamás será un simple consumidor social. Aunque sigue con las sustituciones, empezó a beber cuba libre en lugar de coñac. Pero fundamente lo que le ayudó es retornar a la música. 
Nos dice: "Fue infernal tratar de desengancharse de aquellas drogas, pero finalmente lo hice porque tengo una voluntad de hierro cuando me aplico a mantener una decisión". 
Sin embargo hace una lista de las cosas que usaba para colocarse: champaña, cerveza, coñac, cocaína... Y sigue la lista de amigos desaparecidos: Bill Evans, Charlie Mingus...
Cuando la coca perdió interés encontraba goce en la velocidad, saltaba todo los límites de velocidad en su Ferrari. Fumaba tres o cuatro paquetes de cigarrillos por día. Su doctor le dijo que si quería vivir tenía que dejar todo. Pero siguió haciendo lo mismo. Había sustituido la cocaína por abundante cerveza. Orinaba con sangre, sus movimientos se volvían torpes. Y entonces, como antes lo hiciera con la heroína, cortó con todo. Empezó a dibujar y pintar mucho, lo consideraba una actividad terapéutica, pintar tenía un efecto sedante para él, se obsesionaba con eso como antes lo había hecho con otras cosas. 

6- Variaciones sobre la bohemia. 

Patrick Mignon nos dice que hay dos accesos a las drogas a través de la música. Por un lado los mensajes que describen ciertos efectos. Muchísimas canciones hacen referencia a sustancias y a lo que generan. Por otro lado están las biografías que ponen en juego determinadas elecciones que van de la marginalidad a la celebridad. Nos dice que la historia de la relación entre la música y las sustancias tóxicas es la de variaciones sobre las formas de la bohemia. Se ponen en juego identificaciones, que son pasaportes de entrada para acceder a una comunidad y luego se juega en un contexto más amplio, donde las fronteras entre la bohemia y la vida convencional se disuelve. 
El desarrollo de la industria farmacéutica y la musical corren en forma paralela. No tendría porqué implicar necesariamente su articulación. Pero como ha dicho Lacan la ciencia se encarga de brindarnos sus productos. Y cuando se trata de algo que sirve al goce y está al alcance de la mano, se transforma en una tentación. Por otra parte, como lo plantea Mignon, la historia del jazz se vincula a las seducciones que puede ofrecer lo prohibido. Durante la prohibición el cabaret eran el refugio de las figuras del momento, seducidos por lo marginal, atraídos por las drogas y el alcohol que estaba prohibido. Hacerse músico era descubrir las posibilidades de los instrumentos, pero también el lenguaje secreto de la droga. En este sentido resulta muy interesante el planteo de Jean Cocteau para pensar la entrada al jazz y las drogas dice que "la música colma el vacío". Hay un elemento religioso que se pone en juego, una comunión que se busca en la música, en la danza, en las sustancias y que pretende hacer algo con esa fosa que separa a los sujetos. Forma de nombrar aquello que los psicoanalistas localizan como la relación sexual que no existe. Pero además hay una elección, frente al éxito, que arrastra al sujeto hacia el fracaso. Sin embargo la música y las drogas piden ir más lejos, atravesar pruebas. 
La elección de la heroína, o su persistencia se debe a que le da al músico algunas ventajas. No le impide tocar intoxicado, lo libera de algunas molestias como malestares físicos o ansiedad, permite afrontar compromisos o estar en la vanguardia. 

7- ¿Cómo sobrevivir al programa de goce? 

No hay duda del legado musical del Miles Davis. Tampoco de que por momentos la ha pasado bastante mal, fundamentalmente en lo que concierne a su relación con el goce adictivo. Partió de no tener ningún interés por sustancias estimulantes a estar completamente enredado, con intentos desesperados para poder salir del asunto, volviendo a tropezar a cada instante. Cómo él lo plantea era alguien tenaz en lo que se proponía. Luchaba con la fuerza de la voluntad, pero hay goces que resultan indomeñables. Encontró en algunas ocasiones algo que le hacía límite: la vergüenza, pero eso no le impidió llegar hasta la locura. Cuando procuró desprenderse de la heroína, extrañó la sensación de los pinchazos. El alcohol estuvo siempre, más allá de que cambiara de tragos. Y luego la cocaína, que quizás no le representaba padecer la abstinencia por la cual se atraviesa con la heroína, pero que también lo empujó a un goce donde los fantasmas se realizaban, pero sin conseguir alejarlo de la locura. 
Pese a los intentos, no lograba escapar de los dictados de su superyó, que como sabemos puede resultar más implacable en el intento de ser controlado, porque como nos enseño Freud, el superyó no se contenta con renuncias y se torna más exigente. Sólo el psicoanálisis puede a un sujeto liberarlo de las repeticiones donde el goce juega su partida. Por eso los avatares narrados por los consumidores siempre nos suenan como un ir y venir a los mismos lugares. Son habitantes de una soledad de puede estar plagada de personajes, de mujeres, como la que nos narra Miles Davis en su autobiografía, pero son personajes de paso, que no logran arrancar al sujeto de la soledad de su goce. Si una mujer lograba apagar su goce mortífero era sólo por momentos. 
Como lo dice Miles Davis, lo que nos cuenta en sus memorias, es la historia de su supervivencia; logró sobrevivir pese a su programa de goce mejor que Bird, las cicatrices, nos dice, son el testimonio de que se ha podido levantar y vencer la adversidad haciendo las cosas lo mejor que pudo. No logró, sin embargo, evitar quedar sumido, durante años, en el silencio de las drogas, un silencio donde su música dejó de hacerse escuchar. 


Referencias bibliográficas. 
(1) Davis, Miles - Troupe, Quincey. Miles, la autobiografía. Primer Plano. Barcelona, 1991. 
Pág. 98.           
(2) Ídem. referencia anterior. Pág. 134. 
(3) Ídem. referencia anterior. Pág. 140. 
(4) Ídem. referencia anterior. Pág 332. 
(5) Ídem. referencia anterior. Pág. 341.

Bibliografía. 
Davis, Miles - Troupe, Quincey. Miles, la autobiografía. Primer Plano. Barcelona, 1991. 
Mignon, Patrick.  La democratización de la bohemia: drogas, jazz y música pop. Nueva Visión. Buenos Aires, 1994.  
Muñoz Puelles, Vicente. El jazz. Ritmo, técnica, improvisación. Editorial La Máscara. Valencia, 1998. 


Luis Darío Salamone

Comentarios

  1. En 1986 le oí junto a Marsalis en un " tugurio" de la calle Bourbon en New Orleans...suerte la mía en esa mi treintena de lujo...pero él ya estaba más allá.

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  2. Se menciona aqui el termimo "goce", a que se refiere ?

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