EL AMOR SEGÚN UN TROVADOR CRIOLLO:
LO QUE ME COSTÓ EL AMOR DE LAURA
"Yo fui al infierno y aquí estoy
¿Quien quiere oír mi confesión?
Sólo es la historia de un dolor
Que cada vez duele mejor."
1- Canto al amor lejano.
A lo largo de su obra, pero fundamentalmente en su seminario "La Ética del Psicoanálisis", Jacques Lacan trabaja la cuestión del amor cortés, planteando que "sus repercusiones éticas aún son sensibles en las relaciones entre los sexos." (1)
Según afirman algunos historiadores fue a principios del siglo XI o tal vez el XII que surgió en la en Provenza francesa, para luego extenderse en el mundo, lo que se denomina como amor cortés. También se lo conoce como fine amour o amor sublime; se trata de una particular forma de relación entre un hombre y una mujer.
La mujer en cuestión es la Dama, que deriva del latín domina, es decir que la mujer tiene en esta relación el lugar dominante. Esto puede resultar llamativo en la época feudal por el lugar que tenía la mujer, rodeada de estrictas normas de control que permitían poner a raya lo que Freud denominó el "horror básico a la mujer" y que, queda claro por los documentos de la época, esta amasado por lo que provoca el temor a la castración en el hombre, la dificultad que le genera el deseo insatisfecho de una histérica y su consecuente demanda, y el exceso de goce del que puede llegar a ser capaz una mujer. Llama la atención semejante promoción del lugar de la mujer, esa exaltación a la que se refiere Lacan; sin embargo la idealización de la mujer no es más que la contracara de su degradación. La Dama en cuestión está casada con el Señor, que se ha ido al frente de batalla a librar algún combate, y entonces aparece en el palacio un joven que corteja a la Dama. A partir de una mirada furtiva, en ocasiones de haber escuchado hablar de ella, el muchacho se enamora. Tomando una metáfora propia del amor cortés, queda "herido de amor". El joven entra en una relación de vasallaje, se transforma en una suerte de esclavo de la Dama, perdiendo su libertad. George Duby nos dice: "en ese instante se descubre el poder de lo femenino". A partir de esa situación se ponía en juego un ritual en el que el amor estaría al servicio más que, de buscar como finalidad un encuentro sexual, de llevarlo a un horizonte donde podría llegar a no producirse; lo que importaba era ese momento previo, el placer, desplazado, se jugaba en la espera.
Así florecieron trovadores y juglares, como se denominó a quienes componían las canciones dedicadas a su Dama y a quienes la interpretaban. La poética cortesana nos muestra en muchas oportunidades cómo el momento del supuesto encuentro entre los sexos se retrasa hasta verse imposibilitado. Lacan lo plantea en estos términos: "...el objeto femenino, se introduce por la muy singular puerta de la privación, de la inaccesibilidad.” Pero no sólo el objeto se torna inaccesible, sino que se encuentra "separado de quien languidece buscando alcanzarlo por toda suerte de potencias maléficas" (2).
Se discute si toda la historia del amor cortés es tan sólo una creación literaria. Si realmente existieron cortes de amor donde las Damas conformaban un tribunal para resolver los problemas sobre el amor. Más allá de esto, esas ficciones dan cuenta de una verdad en juego.
La historia de Jaufré Rudel, príncipe de Blaye, y una lejana condesa de Trípoli ilustra muy bellamente la cuestión. El príncipe se enamoró de la Dama tan sólo por escuchar hablar de ella. La distancia que los separaba era grande y el viaje tan dificultoso como costoso; para colmo de males Rudel no gozaba de muy buena salud. A todo aquel viajero que se aventurara a la tierra de su amada le hacía prometer que le hablaría a la condesa de él. Hasta que pudo ahorrar lo suficiente como para emprender el viaje. Las penosas dificultades del mismo terminaron de minar su salud, logró llegar con el último suspiro y pidió audiencia en el palacio. Pese a que no le fue fácil, pudo finalmente conocer a su amada en el momento de su último aliento, para morir en sus brazos. Ella le brindó sepultura y luego tomó los velos, haciéndose monja. Entre algunas bellas estrofas de este particular modo de amar, el poeta escribió: “Mi dama es una creación de mi espíritu y se desvanece con el alba”
2- El amor cortés en la poética de Alejandro Dolina.
Los argentinos sabemos el lugar que ocupa Alejandro Dolina en la cultura popular de nuestra sociedad. Su programa radial "La venganza será terrible" es uno de los grandes clásicos y se emite desde hace años. Sus libros, desde "Crónicas del ángel gris", inventaron una mitología porteña como quizás sólo lo haya hecho Jorge Luis Borges, autor que, estando tan distante de su estilo, sin embargo lo ha influido notoriamente.
El "Negro" Dolina ha sabido llevar referencias eruditas, mitología y leyendas universales, música y otras manifestaciones artísticas, a las masas; dándole nueva vida al tango entre otras cosas cuestiones. Con salidas ingeniosas y un estilo muy personal se ha forjado el cariño de muchos seguidores.
En 1998 realizó una obra que ha denominado como una "opereta criolla" y que se encuentra dentro de las mejores páginas que se hayan escrito en la historia de la música Argentina. Su presentación en dos discos acompañados por su libreto nos muestran la vigencia del amor cortés en nuestros días.
Lacan se refiere en su seminario "La ética del psicoanálisis" a lo que sería la sublimación del objeto femenino. En esta cuestión, el amor cortés ha resultado decisivo. Lacan nos dice que, aunque pareciera estar borrada de sus prolongaciones sociológicas, llevamos las marcas en el inconsciente. Al decir esto, bajo ningún punto de vista se trata de evocar algo del orden del inconsciente colectivo, esa invención de Jung, sino del inconsciente tradicional, que es transportado por la literatura, y como nos dice Lacan: "por toda una imaginería, en la que vivimos en nuestra relación con la mujer." (3)
El amor cortés será considerado como el paradigma de la sublimación. Nos llegan testimonios a partir de la literatura o los documentos históricos, pero sin embargo podemos sentir en nuestros días sus repercusiones éticas. Esto se produce porque así se han jugado y lo siguen haciendo las dificultades que existen en la relación entre lo sexos. La sublimación que se logra en la experiencia artística se da a partir de algo que se pone en juego en torno a un vacío. Lacan nos habló con respecto a esto de la comedia de los sexos, pero en esta caso ha cobrado la forma de una opereta criolla.
"Lo que me costó el amor de Laura" es una obra en la que participan una serie de artistas excepcionales, dándole vida a temas recurrentes a los que Dolina se refiere, presentados con gracia y maestría. El autor confiesa de entrada la creencia de que todo buen verso podía ser encontrado al final de un camino repleto de espantos y pena; el sufrimiento tiene la función de redimir. Existe una musa, nos dice, y es la mujer que uno ama. Es ella quien conoce, o nos hace conocer, la música buscada.
Luego de la Obertura nos situamos en el Bar Pampa. El locutor, al que le presta la voz Marcos Mundstock, integrante de Les Luthiers, pronuncia una frase que generalmente es atribuida a Dolina, quien la ha mencionado algunas veces en su programa radial encontrando así una difusión, sin embargo en el libreto es atribuida a otros: "Se ha dicho que el hombre hace todo lo que hace con el único fin de enamorar mujeres". Efectivamente el que lo dijo fue Caloi, poniéndola en boca de uno de sus personajes: Alexis Dolinades. Se dispone entonces a narrarnos la historia de alguien que llevó este precepto a sus últimas consecuencias. Un coro de parroquianos que jamás han tenido una alegría, cantan siempre la misma canción que nos habla de tristeza y soledad, de miserias y finales pocos felices. Como si fuera la presentación de un circo, desfilan los personajes que pueblan el bar: los jugadores que siempre pierden, los borrachos a los que el licor no les permite olvidar, las prostitutas a quien nadie quiere pagarles; personajes que pueden vivir en ese tugurio capaz de condensar el malestar que se vive en la cultura.
Hasta ese lugar llega Manuel, o el mismo Dolina, arrastrando lo que nos presenta como la falla de su amor: "Mi amor es un será, o a veces es un fue, pero nunca pasa por el es." Muestra su división subjetiva y su estrategia, lo afectivo no está en el presente, está en el mañana o en el ayer. Llega con el ánimo de realizar una confesión, que nos habla de que no hay proporción entre los sexos, no hay forma alguna de hacer de dos uno. Este desencuentro suele jugarse muchas veces en un factor temporal, como tan poéticamente lo ilustra le película "La casa del lago", dirigida por Alejandro Agresti. El amor está en el futuro o en el pasado, pero nunca en el presente. El problema es que, como lo planteaba Gustavo Cerati: "siempre es hoy". La única verdad es el desencuentro. Los parroquianos nos advierten que ahora se verá lo que se paga por amar. Mientras Manuel insiste en hablar de amor, El Otro, que en el edición editada interpreta Juan Carlos Baglieto, dice que esas historias son sólo engaños. Manuel no rechaza la cuestión, por el contrario, dice que es el engaño el que enamora.
3- El capricho femenino.
Como en ocasiones sucede en las historias de trovadores, la mujer, en este caso Laura, le pide a su enamorado que se someta a una prueba. La mujer aparece así como un premio ante aquel que es capaz de demostrar su heroísmo. Trabajar para el Otro, en algunas oportunidades hasta el sacrificio, suele ser una pasión del hombre neurótico, cualquier reto es una invitación. Como lo recuerda Miller, el neurótico no sabe porqué razón está en este mundo, su posición subjetiva está determinada porque le falta una razón de ser, en términos de Lacan, se siente lo más vano de la existencia. Entonces procura inventarse una razón. Para lograr sostener al Otro como un ideal, cae en las trampas del amor.
Manuel narra la historia en medio de juegos significantes que aportan notas de humor.
En la imaginería popular cuando un hombre pide una prueba de amor la cuestión lleva directamente a la cama, pero cuando la mujer pide una prueba de amor la cosa puede conducir directamente al sacrificio. Se trata del sacrificio de lo que se tiene, de la nada que se tiene. O de la vida.
En las historias del amor cortés la Dama solía someter a su enamorado a una prueba. El peligro podía encontrarse en el corazón de la experiencia. De hecho la Dama era una mujer casada, si bien estos amoríos eran relativamente tolerados en la Edad Media. El peligro inyectaba una dosis de adrenalina en una historia que tenía un valor formativo.
En ese punto aparece Laura (Julia Zenko) en escena, anunciando que es el comienzo de la perdición, su querer es una estrella fugaz, puede ser fiel pero sólo por diez minutos, se llama a ella misma "engaño y traición"; personifica el capricho femenino. Como lo hace notar Jacques-Alain Miller el capricho femenino suele ser más mortífero que el masculino. Esto a la luz del fantasma masculino por supuesto. El capricho masculino suele terminar en comedia; el femenino, en tragedia.
El capricho se articula a la clásica pregunta freudiana "¿Qué quiere una mujer?", mostrando una afinidad con la voluntad. Miller le dedica una clase en su seminario "Los usos del lapsus" (4), donde plantea que el capricho de una mujer puede tener "un lazo singular con la muerte del hombre". De esa voluntad se desprende "un carácter absoluto, infinito, incondicionado". Lo anima una voluntad que está fuera de la ley, de la razón, y que se convierte en una ley caprichosa. Podríamos pensar que no hay nada más alejado del capricho que el imperativo categórico de Kant, pero sin embargo guardan algo en común: no pueden discutirse, el "yo quiero" adquiere un carácter absoluto. Se asocia el capricho a la arbitrariedad, pero también a la inconstancia, es decir que no hay que esperar que la demanda de esta mujer se sostenga en el tiempo. Parecería por esto que se trata de algo liviano, sin embargo la cuestión se conecta de forma directa con la pulsión.
Volviendo a nuestra obra, Manuel se enamora en el mismo instante de conocer todos los atributos de Laura. No imaginaremos entonces un final feliz. Suele ocurrirle a la gente que frente a indicios como los presentados de toda forma se enamoren.
Ella le pide algún juramento; él le promete en principio, como para salir del paso, que todo es fugaz. Cantan a coro: "que se acobarde la ausencia, cuando nos vea pasar". En el balcón del casino, donde se suicidan los desafortunados en el juego, él quiere besarla. Interrumpe el Pelado, otro amante de Laura, que viene a buscarla. Ella aprovecha, antes de irse, para advertirle al protagonista que su amor no se consigue fácilmente, tendrá que demostrar su determinación, meterse en el Barrio del dolor, y encontrar la llave del amor que se está en la Calle de la desesperación. De ese lugar no se retorna jamás. Hay que vencer el miedo y el horror. Si es que hay que morir, canta él, la muerte vale menos que el amor.
Afortunadamente el locutor narra las instrucciones para conseguir la llave. Lo vecinos del barrio pueden dar noticias sobre ella, pero el saber se paga con años de la vida. "Cuanto más sabe uno, más cerca está de la muerte". Como lo plantea Lacan en "El reverso del psicoanálisis": "Ese saber es medio de goce". (5) En diversos momentos de la obra puede palparse que lo que se pone en juego es el canto de la repetición. Gabriel Rolón como el Corroborador nos muestra la cara significante del asunto. Pero se encuentra también la dimensión real. Lo que precisa de la repetición, nos dice Lacan, es el goce. Y el camino del goce suele conducir hasta la muerte.
El enamorado va un cumplir su prueba. Mientras juegan los demonios en el Barrio del dolor, un coro femenino canta que todo se trata de un error, ya que "no es recompensa el amor". Manuel avanza por más que esté advertido. Hay algo que se franquea, si se entra allí, como dijimos, no hay forma de regresar. Aparece Joan Manuel Serrat interpretando El Guardian. Entre otras cosas, dice: "Se puede esperar a la novia que no vendrá". Los versos que siguen se entretejen acentuando las dificultades y denotando que las mismas tienen que ver con que, de lo que en verdad se trata, es de enfrentarse con lo imposible. Las chicas advierten que son para nadie y no las podrán besar. Y a cada paso que se avanza gana terreno la muerte, tres años de vida pagará en el encuentro con cada vecino del lugar. Desafilan personajes variopintos mientras Manuel sigue adelante, aunque en medio de la desolación. Amenazas, como la Murga del tiempo o la aparición de la nube de la duda, interpelan al sujeto. Pero las certezas son respuestas de la muerte y vivir es preguntar. Y por cualquier duda que pudiera surgir tenemos a Mercedes Sosa que interpreta a La pitonisa quien describe lo no hay y lo que hay: "no hay caminante... tan sólo hay camino". Manuel insiste en que no está todo escrito, que hay una senda que no ha sido trazada. Y entonces La pitonisa anticipa el final desdibujado por la esperanza., insistiendo: "Todo caminante... tan sólo es camino".
Manuel paga con tres años de su vida cada encuentro. Buscando la calle de la desesperación se topa con los desorientadores. Algo que suele sucederle a los indecisos que esperan que el Otro lea el mapa de su deseo. Los Les Luthiers interpretan a los hombres sabios que, con su saber, tampoco orientan demasiado. Y así sigue, perdiendo años de su vida inútilmente, hasta tropezar con la tropilla de los recuerdos que lo tientan con revolcarse en el pasado.
4- Trampas de la nada.
En la segunda parte aparece nuevamente el mozo del bar al que le presta voz Ernesto Sabato y Manuel canta el bello tema de la distancia, dedicado a las "caricias que no saben regresar", un hermoso tema que le canta al objeto perdido y que transmite lo que es el desencuentro, el exilio entre los sexos. Horacio Ferrer interpreta el Vecino que aparece en la esquina del tiempo que vuela y le comenta: "La vida es breve amigo. Disfrútela. Yo la malgasté hablando con estúpidos", mientras habla con ellos y se va muriendo. En un hermoso dueto la mujer se confunde con la muerte, algo típico de los sujetos obsesionados. Y entonces aparece uno de los personajes más increíbles: El Seductor. ¿Quien podría interpretar ese papel mejor que Sandro (Roberto Sánchez)? Me han contado que cuando Dolina lo llamó a Sandro le preguntó cuanto le cobraría por semejante colaboración. Él le dijo que, si Sandro le cobrara. le costaría un par de departamentos; era mejor que lo grabara Roberto Sánchez y que no le dijeran nada a Sandro. El seductor hace un personaje y lo sabe, juega con él, hace el uso del semblante que puede hacer un actor. El seductor es alguien que hace suponer que ha logrado penetrar en el misterio de lo femenino, que es capaz de tocar el fantasma de una mujer, alguien al que se le supone un saber hacer gozar.
Sandro arroja algunas verdades sobre el amor, se trata de ser capaz de pronunciar "mentiras dichas con sinceridad". Nos enseña: "Amar es inventarse cada día, falsedades compartidas". Nos habla de la vertiente imaginaria, engañosa del amor, no sin humor, se trata de otorgar elogios y regalos como puede ser, por ejemplo, un velador. Un chiste para los amigos, se dice que este fue un particular regalo que efectivamente había elegido Alejandro para la Laura de carne y hueso.
El verdadero amor es un invento. Y mientras tanto, el enamorado sigue pagando cada encuentro con esos particulares vecinos con tres años de su vida. El Mozo se revela como el Autor y Manuel no está dispuesto a renunciar al goce, afirma: "estoy enamorado y no voy a privarme del sufrimiento, aunque sea ficticio". Mientras algunos suponen que la ficción no puede tocar el goce, acá se nos enseña que el goce puede ser producto de una ficción.
Siguen desfilando personajes dolinescos: el Coro del carnaval triste, la Murga del tiempo, quien baila con ellos estará condenado a bailar por siempre. Manuel logra escapar milagrosamente y la mujer que lo acompañaba hasta ese lugar desaparece. Más que mujer confiesa ser una sombra. Nos recuerda a la historia más cercana al amor cortés escrita por Gustavo Afolfo Bécquer: "El rayo de luna". Se yergue sobre el destino de Manuel el eco del "Nunca jamás". Hasta parece sobre volar el cuervo. El círculo se cierra. La Dama del puente le dice que se dirija al bar Pampa, que cuente sus historia y alguien le dará la llave. Como sucede con las Damas: "Es la luz de una estrella que ya se apagó. Su fulgor es tan sólo una ilusión..."
El personaje, en su recorrido en busca de esa llave, se ha gastado todos los años de su vida. El Otro se revela como la Muerte en un tango interpretado por Juan Carlos Baglieto, que ha sido presentado en vivo por Guillermo Fernández, pero cuya versión más sentida la he escuchado con la voz de Gabriel Rolón, un fragmento del mismo forma parte del momento más emotivo de su obra "Medianoche en Buenos Aires".
La fuerza del tema es increíble: "¡Que se haga ya la oscuridad. Deténgase la sucesión. En una ausencia tan brutal que es uno mismo el que no está". Con estos versos comienza "El tango de la muerte". Y nos dice que lo que más duele es no sentir ningún dolor. Se presenta como "el precio de la última aventura... La última rima del poema". Es la nada, pero sin embargo es el motor de la poesía y el amor. Manuel le entrega la llave a Laura, quien le dice que la misma ya no hace falta, que la puede tirar.
En el derrotero que lo llevó hasta la llave se ha gastado la vida, pero insiste en que el amor vale más. La muerte le advierte que sólo les queda un instante. Pero Manuel dice que ese instante es la eternidad. Laura canta que la muerte no es el final de la historia porque "los que aman no mueren jamás".
Una característica del sujeto barrado es que ha recibido el golpe mortal del significante. Pero aún así el sujeto de la represión se sostiene esencialmente por su no saber. Como lo plantea Miller: "... existe como muerto y como muerto que se ignora" (6) Lacan los expresa en esto términos: "Si yo estuviera muerto, el sujeto no lo sabría". El sujeto ignora la muerte, el problema es que entonces, también sin saberlo, ignora la vida.
Todavía falta que el enamorado dialogue con la muerte. Cumplir el sueño de la vida lo empujó al sueño de la muerte. Manuel cree que escapará del olvido viviendo en el recuerdo de Laura. Pero ella tan sólo había fingido su amor. Lo hizo por puro capricho.
La muerte le dice que en realidad todo: el barrio, el bar, los vecinos, la llave, incluso Laura, absolutamente todo, es tan sólo un decorado. Y que los personajes de esta historia trabajan para la muerte. Manuel está sólo frente a la muerte. Nunca existió la mujer amada.
Y con unos versos se condensa magistralmente la verdad de esta historia, de toda historia. Se había anticipado, lo había dicho la Pitonisa, pero todo el tiempo nos engañamos, es más, podrán acusarme de contar un final, pero por más que escuchemos la opereta mil veces nos sorprenderemos cada vez al tropezar con esa verdad horrorosa y que, precisamente por eso, todo el tiempo el tiempo permanece esquiva: lo único verdadero es la muerte, los demás son tan sólo espejismos, "trampas de la nada son el arte y el amor".
Me ocurre, al realizar este comentario, lo mismo que le puede pasarle al trovador al pretender atrapar a su Dama con sus versos, le podremos dar vueltas, narrar los acontecimientos, describir los personajes y lo que sucede entre ellos, pero jamás lograremos transmitir lo esencial, para ello se necesita escuchar la obra, disfrutar como el relato se entreteje con canciones, arias, tangos, milongas, murgas, valsecitos y otras piezas del repertorio criollo o argentinizados por Dolina y sus colaboradores. La Orquesta Sinfónica Nacional, el conjunto de cámara, el conjunto de vientos, el quinteto de cuerda, el Coro del Nacional de Buenos Aires, los Les Luthiers, Federico Mizrahi en los arreglos y dirección, y cientos de músicos y personas poniéndole voz y alma a una opereta que nos habla del desencuentro, de la soledad del hombre frente a la muerte, y de aquello que se es capaz de hacer por amor.
Como nos lo recuerda Martín de Riquer las poesías de los trovadores fueron compuestas para ser difundidas por el canto, generalmente nos vemos forzados a acceder a ellas mediante la lectura; en el caso de la obra que estamos comentando contamos, además de con el texto, con excelentes registros sonoros.
Se denominaba trovar al arte de componer versos y su melodía; en este sentido, por la temática y las metáforas utilizadas, Dolina merece el título de trovador de nuestros días. Como los antecedentes de este relato musical menciona el petraquismo que habla de los milagros que provoca la belleza femenina, el viaje purificador a través del infierno, los mitos sobre el amor como recompensa a una hazaña, la concepción del arte y el amor como trampas de la muerte y la certeza de que los mozos nunca traen lo que uno les pide.
Estas líneas alcanzan para entender la alquimia que conforma el particular estilo del autor, referencias culturales múltiples tratadas con un exquisito sentido del humor. Esto ha sido amasado en tango y sembrado en la tierra argentina, para dejar que germine sorprendiéndonos.
Esta opereta de Alejandro Dolina puede formar parte de la que ha sido denominada por Jacques Lacan como una "escolástica del amor desgraciado". Nos muestra cual es una de las principales enseñanzas que los hombres han obtenido de las mujeres, aquello que hemos aprendido de la poética del amor cortés. Más allá de los espejismos del amor, de todo lo que es capaz suscitarnos incluso a nivel del goce, de lo que se trata, en definitiva, es de relacionarse con la nada. Para lograr inventar con esa nada, lo que cada uno pueda.
Referencias Bibliográficas:
- Lacan, Jacques. La Ética del Psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1988. Pág. 158.
- ídem referencia anterior. Pág.186
(3) ídem referencia anterior. Pág. 139.
(4) Miller, Jacques-Alain. Los usos del lapso. Paidós. Buenos Aires, 2004. Pág. 159.
(5) Lacan, Jacques. El Reverso del Psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1992. Pág. 53.
(6) Miller, Jacques-Alain. Extimidad. Paidós. Buenos Aires, 2010. Pág. 187.
(*) Todas las restantes referencias corresponde a la opereta criolla "Lo que me costó el amor de Laura". Querencia. Buenos Aires, 1998.
(**) Mi agradecimiento especial a Gabriel Rolón por recrear en los sueños de noches de amistad, como él los llamó, momentos acontecidos en la construcción de la obra.
Bibliografía:
Cezanave, M.; Poirion, D.; Strubel, A.; Zink, M., El arte de amar en la Edad Media, Medievalia, Barcelona, 2000.
De Riquer, Martín. Los trovadores. Ariel. Barcelona, 2911.
De Rougemont, D., Amor y Occidente, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993.
Duby, G., El amor en la Edad Media y otros ensayos, Alianza Universidad, Buenos Aires, 1991.
Duby, G., Perrot, M., (dir.), Historia de las mujeres. La Edad Media, Tomo 2, Madrid, 1992.
Lacan, Jacques. La Ética del Psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1988.
Lacan, Jacques. El Reverso del Psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1992.
Lacan, Jacques, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1990.
Lacan, Jacques, “L’insu que sit de l’une-bévue s’aile a mourre”, inédito.
Markale, J., El amor cortés o la pareja infernal, Medievalia, Barcelona, 1998.
Miller, Jacques-Alain. Extimidad. Paidós. Buenos Aires, 2010.
Miller, Jacques-Alain. Los signos del goce. Paidós. Buenos Aires, 1998.
Miller, Jacques-Alain. Los usos del lapso. Paidós. Buenos Aires, 2004.
Nelly, R., Trovadores y troveros, Medievalia, Barcelona, 2000.
Salamone, Luis Darío. El amor es vacío. Grama, Buenos Aires, 2010.
Luís Darío Salamone
Una maravilla ...en youtube está la interpretación ...que descubrí hacer un tiempo mostrando que Dolina ..además de escritor es un artista
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